El almacenamiento de energía jugará un papel muy relevante en el proceso de descarbonización de la economía global que se desarrollará a lo largo de las próximas décadas y será vital para conseguir los objetivos de descarbonización marcados en el Acuerdo de París para 2015 para paliar las consecuencias del cambio climático.
Como se indica en el documento de apoyo de la Unión Europea al almacenamiento de energía, el consumo energético y el cambio climático guardan una estrecha relación ya que para atajar la amenaza del cambio climático es necesario alejarse de manera esencial del actual sistema energético dependiente de los combustibles fósiles.
Y es que la producción y el uso de energía suponen el 79 % de las emisiones de gases de efecto invernadero de la UE y el grueso de las emisiones por sectores proviene del suministro de energía y del transporte. Estos sectores deben utilizar cada vez más las energías renovables para lograr las metas en materia de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero.
Todos los expertos coinciden en señalar que los sistemas de almacenamiento conceden al sistema disponibilidad y estabilidad, algo muy necesario en un escenario en el que, como ya hemos visto, se espera una mayor participación renovable y en el que la incertidumbre y la variabilidad harán su aparición.
Por tanto, en una realidad en la que cada vez sea mayor el empleo de energía procedente de fuentes renovables que no puede ser absorbida por la red, disponer de un sistema eficaz de almacenamiento de energía evitará pérdidas de aquella que no se utiliza cuando la capacidad es superior a la demanda. El desarrollo de esa red de almacenamiento permitiría, por ejemplo, utilizar esa energía cuando no haya sol o no sople el viento, abaratando de esta manera el precio de la electricidad.
La descarbonización llegará impulsada por las baterías
Almacenar la energía será fundamental en la transición hacia una economía descarbonizada basada en fuentes renovables, porque la electricidad generada por la energía eólica o solar no está siempre disponible en las cantidades que la población o la industria necesita.
Aparte de tecnologías ya conocidas, como las bombas para almacenamiento de energía hidráulica, hay otras que serán fundamentales, como las nuevas tecnologías de baterías, el almacenamiento térmico o el conocido como hidrógeno verde.
España ha abierto el mercado a estos nuevos sistemas de almacenamiento gracias a la aprobación de la Estrategia de Almacenamiento Energético, integrada dentro del Plan Nacional Integrado de Energía y Clima 2021-2030 (PNIEC).
La Estrategia presenta las diversas oportunidades para el desarrollo del almacenamiento a lo largo de toda la cadena de valor, en la que el desarrollo de nuevos modelos de negocio supone una oportunidad en términos de empleo, fortalecimiento de la industria nacional y reducción de la dependencia de materiales críticos del exterior.
Se abre por tanto un sinfín de oportunidades para desarrollar las tecnologías que marcarán la diferencia competitiva a nivel nacional en un futuro. Como se señala desde el Ministerio para la Transición Ecológica, el aprovechamiento de esta ventana de oportunidad puede suponer obtener un liderazgo tecnológico e industrial que sirva como palanca en la recuperación del país.
En una situación en la que el desarrollo de baterías es una de las tecnologías más avanzadas, es importante tener en cuenta que las aplicaciones del almacenamiento van mucho más allá del sector del automóvil. El sector industrial y empresarial es, sin duda, otro de los grandes nichos de oportunidad para esta nueva estrategia. Como también lo es el de la edificación, el ferrocarril o el del consumo en los núcleos de población, entre otros muchos.
También es importante tener en cuenta que todo esto no se podrá llevar adelante si el país no acciona las palancas de investigación, desarrollo e innovación necesarias para ello con el doble objetivo de acelerar el desarrollo tecnológico necesario para el despliegue del almacenamiento energético y profundizar en el liderazgo en tecnologías renovables.
Es el momento, por tanto, de impulsar acciones que combinen ambos elementos, como es el caso del proyecto que abandera la Alianza Valenciana de Baterías. En él, la multinacional Power Electronics lidera un pool de 23 empresas y dos centros de innovación con una propuesta en la que investigación y fabricación de baterías se dan la mano y, que permitiría a España disponer del mayor polo de conocimiento y producción en torno a los sistemas de almacenamiento con baterías de ion litio.